viernes, 25 de marzo de 2011

Relato kafkiano.

Los minutos en el reloj de la pizarra digital parecía que no avanzaban, a mi parecer, llevábamos dando esa última clase de Matemáticas tres horas, después de 50 interminables minutos de clase por fin llegaba la hora de llegar a casa y descansar, era una calurosa tarde de verano, no había clase por la tarde y aún tenía que ir a buscar a unos amigos a su instituto, las ganas escaseaban y el calor apretaba, pero sin saber por que finalmente me dirigí con mi grupo de amigos hacia ahí.
Sin una razón aparente, recibo una llamada de un número oculto a mi móvil, con dudas sobre si descolgar el teléfono o no, ya que siempre llamaban con números ocultos para ofrecerme una nueva compañía telefónica o para recibir amenazas de muerte constantemente, aunque ahora que lo pienso no había un motivo aparente para ello.
Finalmente decidí no descolgar, y seguí rumbo a mi destino, pero entonces ocurrió, un enorme coche negro con cristales tintados se paró enfrente mía, sin mediar palabra un hombre de unos dos metros, con traje oscuro y gafas de sol salió del coche y me cogió, introduciéndome dentro del vehículo con una rapidez asombrante.
Y ahí estaba yo, en un coche rumbo a ninguna parte con un desconocido al volante, pensé preguntarle que estaba pasando, pero el calor seguía apretando y me resigne a mirar por la ventanilla.
Entonces ocurrió, el misterioso hombre se puso de lo mas nervioso y dijo:
-¿Porque no cogiste el maldito teléfono?, ¡tuviste que coger la llamada!.
Entonces recordé lo de aquella llamada de un número oculto y sin que me dejara siquiera responder volvió a gritar:
-¡Lo has estropeado TODO!, ¡¿PORQUE NO COGISTE LA LLAMADA?!
Seguidamente paró en una zona costera, un helicóptero me llevo a una isla en mitad del pacífico, pero... ¿si estaba en Madrid, y el viaje no había durado mucho, como estaba en un helicóptero en el pacífico? realmente no me importaba, ya que aquel calor seguía asfixiandome.
Todo me sobrepasaba, nadie me decía que pasaba ni donde estaba y ya empezaba a ponerme algo nervioso, harto de esperar en una isla desierta me lanze al mar como alma que lleva el diablo y me puse a nadar.
Tras tres meses nadando en el mar, aguantando sin comer, sin beber y sin dormir, hasta yo me sorprendí de eso, llegue de nuevo a aquella isla, finalmente aquel asqueroso calor pudo conmigo, me resigne y me puse a dormir sobre la arena y miles de pensamientos me inundaban la cabeza, aquella amiga de ojos azules, delgada y malhumorada que seguiría esperándome en su instituto, aquella llamada que al parecer era la causante de todo esto, e incluso en aquella risueña chica que ocupa mi mente día si día también, entonces desperté....
Estaba en un banco, en la plaza de mi colegio, con mi mochila al lado, saqué el horario escolar y miré las clases de ese día , mi asombro fue mayúsculo cuando vi que la clase de Matemáticas de la que me había marchado era la primera del día, no entendía nada, como me despiste tantísimo como para irme de la primera clase del día , aun seguía el tema de mi secuestro, el tema de porque sentía tantísimo calor si estamos en Noviembre, ¿realmente no me daba cuenta de todo lo que me pasaba?, en fin, hacia frío y no me apetecía ponerme a pensar en todo aquello, me dirigí a casa y me metí en la cama.

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